Los activos de protección seguirán siendo esenciales para construir una cartera diversificada

La pérdida de los bonos soberanos como activos preferidos de protección y de diversificación obliga al inversor a buscar otras alternativas. Ninguna de ellas es perfecta, pero todas ofrecen una cobertura eficaz de la exposición a la renta variable en caso de aversión al riesgo. Algunas son más volátiles (el oro), otras son más caras (las opciones “put”) y algunas pueden aportar asimismo rendimientos (los “Hedge Funds” o fondos alternativos). Panorama general.

Gianluca Tarolli, Economista y Estratega Jefe, co-CIO

El oro también protege contra la inflación
La principal desventaja del oro como activo defensivo y de protección es su volatilidad, que es elevada y se asemeja más a la registrada en la renta variable en comparación con los bonos soberanos. Esta particularidad limita su ponderación como óptima en una cartera. Su principal virtud es la diversificación que aporta a una cartera de múltiples activos, además de su elevada rentabilidad cuando desaparece la propensión al riesgo y los inversores buscan protección. En 2022, la subida de los tipos de interés prevista respecto del USD —que podría ir acompañada de una apreciación de esta divisa—, no beneficia al oro. No obstante, prevemos asimismo un aumento de la inflación. A este respecto, en el supuesto de que la Reserva Federal de los Estados Unidos retrasara la subida de sus tipos de referencia, ello supondría un fuerte apoyo para la cotización del oro: ¡debe favorecerse este activo en caso de crecimiento de los precios!

El aumento de la volatilidad que prevemos para 2022 nos obligará a utilizar con mayor frecuencia instrumentos de protección: ¡sacrificar una parte del rendimiento será necesario para preservarlo!

Historicamente
Históricamente, ¡el oro registra rendimientos positivos cuando las acciones se desploman!

Derivados, opciones “put”: una solución eficaz si se ajusta debidamente
La forma más sencilla y directa de proteger una cartera es adquirir una garantía (opción “put”) contra el riesgo a la baja de las acciones. Ello se consigue sencillamente pagando una prima, al tiempo que se mantiene la exposición a la renta variable. Al igual que en los seguros tradicionales, si se produce un siniestro —en este caso la caída de las acciones—, la cartera queda cubierta al menos parcialmente durante el período de suscripción. En caso contrario, se pierde la prima pagada, pero a cambio la cartera se beneficia de la subida de las acciones mantenidas. Esta solución puede ser costosa, ya que el precio de la prima varía en función de una serie de parámetros, en concreto el período de protección, el nivel al que se activa y, por último, la volatilidad (que determina la propensión al riesgo). Es conveniente asegurar las posiciones en el momento apropiado, es decir, cuando la volatilidad es baja, para contener el coste que supone: “cuando estalla la tormenta es demasiado tarde para adquirir un paraguas”. No obstante, en ese caso, el riesgo es protegerse prematuramente, y ello también tiene un coste. Una solución a este problema es protegerse sistemáticamente a través de productos estructurados específicos.

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